El crecimiento demográfico del siglo XIX obedece fundamentalmente a dos factores: el primero no muy evidente, pero que comenzó desde la segunda mitad del siglo XVIII, fue la disminición de la mortanda en los países donde la industrialización se comenzaba a desarrollar.
El segundo factor fue la migración.
Por personas europeas migraron en busca de trabajo dentro de Europea y hacia territorios de ultramar.
La vida de los obreros se tornó muy dificil y se abrió ante ellos la posibilidad de organizarse en colectivo para hacer frente ala burgesía y exigir al Estado mejores condiciones, o bien emigrar a otras ciudades, incluso a otros países.
Algunos intentaron medidas individuales entre las que se encontraban la superacíon personal, que por su puesto no daba resultados.
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